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Cómo explicarle a tu hijo que el abuelo ha fallecido

"El abuelo se ha ido","la abuela está en un lugar mejor"... son algunas de las expresiones más comunes que se utilizan para intentar explicar este hecho indefectible. A pesar de que creemos que es la mejor manera de hacerlo, no es así. Entonces la pregunta es lógica: ¿Cómo explicamos a los niños la muerte de un ser cercano sin que esto suponga un trauma para él?

 

Lo primero que hay que tener en cuenta ante estas situaciones que ocultar la pérdida no debe de ser una opción, ya que tal y como apunta el libro Hablemos del duelo, de la Fundación Mario Losantos del Campo, a pesar de la creencia que protegiendo a los niños de la muerte les ahorraremos sufrimiento, el proceso es justamente el contrario: los apartamos de un proceso fundamental en su vida que los hará más propensos a la frustración y no desarrollarán las habilidades necesarias para afrontar eventos a los que tendrán que hacer frente en la edad adulta.

 

Para la psicóloga Vanessa Prades Estévez del centro Simbòlics a la hora de comunicar la pérdida de un ser querido a un niño lo primordial es ser lo más sincero posible. "Por normal general, la persona encargada de dar la noticia al niño está sufriendo su propio proceso de duelo, y está triste por la pérdida. Tenemos que ser conscientes de este dolor y no ocultarlo cuando hablamos con el pequeño. Expresar estos sentimientos es una manera de comunicación afectiva que da pistas al niño de la realidad de lo que sucede y ejemplifica cómo lidiar con las emociones negativas de tristeza o rabia que pueden surgir".

Según describe Prades, ser coherente entre lo que explicamos y como nos sentimos es imprescindible para que el niño comprenda la magnitud de la pérdida y lidie con ella, ya que si los padres (o los encargados de comunicar el fallecimiento) no son coherentes entre lo que dicen y lo que sienten el menor va a notar una disonancia que le puede crear angustia. "Además, hay que tener en cuenta que en los más pequeños la imaginación puede rellenar esos vacíos y preocupaciones", puntualiza.

Además de esta sinceridad Prades recomienda que en el momento de hablar con el pequeño se intente buscar un lugar y un momento tranquilo y que la persona que se lo comunique sea alguien en quien confíe, "por lo que hay que darle un tiempo para que se exprese y responder a esas preguntas con sinceridad, y teniendo en cuenta la edad del menor". En este punto y según la guía Hablemos del duelo el no dar las explicaciones necesarias sobre lo que es la muerte puede dar lugar a que los menores saquen sus propias conclusiones que no siempre serán las más correctas.

Las preguntas sobre lo que ha sucedido con la persona fallecida varían dependiendo de la edad. De esta manera, los niños más pequeños (de hasta seis años) harán preguntas más concretas como: "¿Qué va a comer?, ¿hace frío dónde está?" y también es probable que surjan cuestiones que relacionen la muerte con las personas que lo rodean y llegue a compartir ideas como: "¿Papá se va a morir?" o "¿si os morís quién me va a cuidar?". Cuanto más mayor sea el niño las preguntas pueden tratar conceptos más abstractos como: "¿Cómo es el cielo?" o "¿en el cielo se está bien?". Estas dudas favorecen que el menor construya su propio concepto de la muerte, y responderlas con la mayor sinceridad posible ayuda a que este concepto esté ligado con lo que realmente es.

Para que el niño comprenda qué es la muerte en Hablemos del duelo abordan tres puntos básicos que ayudaran a que esta interpretación sea correcta y reducirán teorías basadas en la fantasía:

- La irreversibilidad: el abuelo no va a volver

Es muy importante transmitir a los niños que la muerte es un estado irreversible, es decir, el abuelo o la abuela no van a volver y hay que aprender a vivir sin ellos. "Esto es especialmente importante entre los más pequeños, ya que ellos entienden la muerte como algo del presente, por lo que a los pocos días pueden volver a preguntar por el abuelo o la abuela al no tener las herramientas cognitivas necesarias para comprender la muerte como un concepto a largo plazo", asegura Prades.

Además, la psicóloga también apunta que para que los niños asimilen esta irreversibilidad puede ser positivo que participen en las ceremonias de despedida, especialmente si ellos lo solicitan. "Debido al tabú de la sociedad se aparta a los niños de estos momentos para evitar el encuentro con la realidad de la muerte, pero ahora se recomienda que participen si así lo desean. Las ceremonias de despedida ayudan a los vivos y son una forma de reconocer comunitariamente que ha habido una pérdida, que hay gente para apoyarlos; y honrar así la memoria de la persona que se ha marchado".

- La universalidad: todos los seres vivos mueren

Otro de los puntos fundamentales que deben entender los niños es que la muerte es algo transversal que le pasa a todo el mundo, algo de lo que no suelen ser conscientes hasta que alguien cercano fallece. Llegados a este punto es normal que el pequeño se haga preguntas como: "¿Mamá, tú vas a morir?" Las respuestas en estos momentos han de ser claras pero no contundentes. Tal y como explican desde la fundación Mario Losantos del Campo. "Hay que tener cuidado a la hora de transmitir este concepto porque el niño entiende la inmediatez ligada a la rotundidad del hecho. Es decir, si cuando le pregunta a un adulto: "¿Tú te vas a morir?", este responde rotundamente que sí, el niño entenderá que esa muerte va a producirse en un lapso muy corto de tiempo y se asustará al pensarlo. Por ello es mejor recurrir a respuestas como: "Cariño, yo me voy a morir pero dentro de muchos, muchos años".

- Con la muerte el cuerpo deja de funcionar

Explicar que la muerte es un proceso fisiológico y evitar expresiones como: "El abuelo se durmió se quedó muy tranquilo, pero ya no pudo despertarse". En la guía Hablemos del duelo se describe que esta clase de explicaciones puede llevar a los niños a crearse sus propias teorías sobre lo sucedido. Por ello aconsejan dar una explicación lógica sobre lo que le ha sucedido a la persona fallecida sin entrar en detalles morbosos. "Explicar que el corazón de la persona fallecida ha dejado de latir, que sus pulmones ya no funcionan es suficiente para que los niños entiendan la causa física que ha provocado la muerte", se detalla.

Por último, hay que tener en cuenta que, al igual que en los adultos, el duelo es un proceso que puede llevar un tiempo indeterminado dependiendo del niño. A lo largo de este período debemos tener en cuenta una serie de factores de acompañamiento que ayudaran al menor a superar la pérdida.

Una de las primeras cosas que deben comprender los adultos es que el pequeño ha de desarrollar sus propias emociones sobre la muerte, por lo que no hay que compararlas con las emociones o reacciones de la gente adulta. Sobre las reacciones que puede tener el menor a la hora de afrontar la noticia de un deceso Prades explica: "A veces se comunica la noticia y los niños no reaccionan o hacen un comentario fuera de lugar o se ponen a reír, algo que choca a los padres, y se toman esto de una manera muy personal, o incluso se asustan. Esto puede ser porque el niño no ha llegado a comprender el alcance de la pérdida. Se trata de una reacción defensiva, la primera reacción es una negación y esto a los niños también les pasa, pero lo expresan a su manera. Hay que dar un tiempo de aceptación del significado".

Además, hay que dar la posibilidad a los pequeños de hablar de su duelo con las personas que quieran, cuándo quieran y como quieran. El no querer hablar del tema o querer continuar con la cotidianidad como jugar con los amigos, puede ser también la manera del niño de superar su duelo y no tiene por qué ser algo malo o no tiene por qué suponer que el niño no supere este periodo de aflicción.

Antón García

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